Canción Infantil para autorregular la emoción de enfado


¿QUÉ ES LA INFIDELIDAD?




           Podría decirse que la infidelidad es, sobre todo, una conducta desleal, pero esta definición resulta demasiado genérica. En realidad, cada cual entiende la infidelidad a su manera, Aunque para casi todo el mundo interviene el sexo, mientras no está tan claro que se tome en cuenta el amor. Ambas cosas, sexo y amor, suelen formar parte del compromiso mutuo, pero no es sencillo saber cuál es el principal factor de la infidelidad. ¿Se es infiel a la pareja queriendo a otra persona sin que medie contacto sexual con ella? ¿Se es infiel viviendo una aventura esporádica con alguien a quien no se vuelve a ver? ¿Cuándo atraviesa una relación física o espiritual la barrera de la fidelidad? ¿Qué acto implica infidelidad; un beso, una fantasía sexual o acaso simplemente sentirse bien trabajando junto a otro? 
            Existen diferentes sistemas de amar, distintos ciclos amorosos, como dice el investigador italiano Francesco Alberoni (F. Alberoni, “Te amo”, Barcelona, 1986). Una misma persona puede experimentar varios de esos ciclos a lo largo de su vida. En un extremo está la conservación de un único gran amor, algo tan deseable como difícil de mantener; en el extremo opuesto se sitúa la promiscuidad absoluta, probablemente más fácil de mantener pero desgastadora a la larga. Los antropólogos relatan las costumbres de ciertas sociedades que conviven pacíficamente practicando la promiscuidad sexual. También en nuestra sociedad occidental algunas parejas establecen un pacto de tolerancia mutua con respecto al sexo con terceros, aunque no es lo habitual. La promiscuidad, aceptada como forma de entendimiento libre entre los dos miembros de una pareja, funciona bien sólo excepcionalmente. Lo común es que uno de los dos la desee y la proponga, y el otro la acepte con menor entusiasmo. Pues bien, incluso en este tipo de parejas se dan a veces conflictos por infidelidad o por lo que para ellos constituye un acto de infidelidad.

¿A qué puede deberse la conducta de infidelidad?            

            En su libro “Anatomía del amor”, la investigadora Hellen Fisher (H.Fisher, “The Anatomy of Love”, W.W.Norton, Nueva Cork, 1992) afirma que la principal causa de ruptura de pareja es la infidelidad, seguida, por este orden, de los malos tratos, las discusiones y la infertilidad. Podemos preguntarnos, ¿si la infidelidad es la primera causa de ruptura en una pareja, cuál es, a su vez, la principal causa de infidelidad?
            No hay una sola respuesta a este interrogante. La causa más evidente, la primera que se nos ocurre, es la aparición de otra persona, de otro amor, pero ésta no es, ni mucho menos, la única razón. Hay otras dos causas principales. 
Primero la insatisfacción vital: quien no está a gusto consigo mismo ve cómo surge dentro de sí un deseo de alejamiento y ruptura con su mundo y quizá, también, con su pareja; 
Segundo, la búsqueda del cambio, una causa menos dramática, que afecta a ciertas personas no necesariamente insatisfechas con su vida afectiva, ni enamoradas de otro, pero a las que les atrae lo nuevo; gente que experimenta, como diría el psicólogo A. Maslow, una fuerte “motivación de exploración”.
            En fin, existen razones intrínsecas a la propia persona y razones ajenas, procedentes del exterior:

Puede ser infiel una persona que:

-       Es inmadura emocionalmente (desea constantemente la aventura, necesita reforzar su auto imagen enamorando a otros…)
-       Es incapaz de resistir a la frustración (no tolera los conflictos amorosos y busca inmediatamente una compensación fuera de la pareja)
-       No sabe querer (le caracteriza un egoísmo exacerbado)
-       Está dominado por los celos
-       Ha dejado de amar al otro
-       Desea hacer sufrir al otro o vengarse de él/ella


  Una persona puede ser infiel si en su vida:

-       Ha aparecido un nuevo amor
-       El otro le es infiel
-       Su modo de amar es contrapuesto al de su pareja (storge, ludus, eros…)
-       Su ambiente conyugal es insoportable (discusiones, malos tratos, frialdad emocional, falta de apoyo o comprensión)
-       Hay problemas sexuales en la pareja
-       No hay sintonía entre los dos (se dan discrepancias de criterios, evolución de uno y estancamiento del otro)
-       Existe un alto nivel de estrés (laboral, cambio de ciudad, problemas con los hijos o con la familia política)
Es notable el descuido físico o higiénico del otro

¿Qué respuestas provoca la conducta infiel en el otro?

            Una persona infiel suele pensar poco en sus víctimas. A menudo lo hace bajo una coartada romántica. Existe una frase que seguramente muchos considerarían indiscutible: “Ve donde el corazón te lleve”. Es bonita, sin duda, pero no siempre el corazón indica el camino adecuado. Si seguimos sus designios, la mayoría de nosotros habríamos mandado al jefe a freír espárragos en más de una ocasión y nos habríamos divorciado varias veces. Conviene que mande la cabeza a la hora de que un nuevo enamoramiento desbarate una vieja historia de amor. El investigador de los sentimientos F. Alberoni afirma que “en la vida real el mundo del amor y del erotismo están cada vez más dominados por la lógica de la preferencia y del atropello”. Puede suceder que la ofuscación apasionada -donde el corazón nos lleve-  impida valorar lo que se tiene, lo que se puede perder y el daño que se puede hacer a otra persona. Mirar con los prismáticos de la razón es bueno siempre, ya sea para seguir por el camino habitual, ya sea para elegir el que conduce a una nueva historia de amor con otra pareja.
            ¿Qué sucede con quienes soportan la infidelidad de su pareja? ¿Qué sienten? ¿Cuál suele ser su reacción? De momento es obvio que todos sufren. Uno de los mayores dolores humanos es saber que la persona con la que se comparte la vida prefiere claramente a otra. Sin embargo, aunque el sentimiento es parecido, el comportamiento frente a la infidelidad del compañero puede ser muy distinto. He aquí algunas respuestas:

-       Cerrar los ojos, no ver, negar la situación
-       Aceptarla pasivamente, con resignación (algo más propio de las mujeres)
-       Responder con el mismo comportamiento: ser también infiel y llegar a una espiral de deterioro
-       Optar por el secreto: encerrarse en uno mismo y rumiar en solitario el hecho durante un tiempo, mientras se decide la ruptura unidireccionalmente
-       Afrontar la situación directamente para plantear una ruptura
-       Hacer frente a la situación abierta o tácticamente para salvar la relación

            Las dos primeras reacciones pueden resultar prácticas -son muy comunes- pero no las más recomendables psicológicamente. Las dos siguientes, que no buscan encarar el problema, son dolorosas y producirán altas dosis de estrés, ansiedad y desgaste emocional. Y las dos últimas, más saludables, son las más difíciles de llevar a término.

¿Qué hacer ante una situación de infidelidad?

            Hay muchas parejas estables que han vivido una experiencia de infidelidad por parte de uno de sus miembros y han sido capaces de superar esa circunstancia y salvar su relación. También existen los que han roto y se arrepienten, los que no han roto y se arrepienten más aún y los que se fueron cada uno por su lado y hoy, felices con sus nuevas parejas, guardan un recuerdo relativamente grato del cónyuge “engañador”. Protagonizar o sufrir una infidelidad en el seno de la pareja no debe suponer en todos los casos una tragedia irreversible. Seguramente tampoco se ha acabado el amor. ¿Qué hacer entonces ante una situación de infidelidad? Pues, una vez más, poner los pies en la tierra y abandonar la idea ingenua y romántica de que el “amor ha muerto” y que no hay nada que hacer. Quizá sea así, pero la pareja se construye, se protege y se salva; o, lo que es lo mismo, el amor se recompone.
            Las posiciones de emisor y receptor -engañador y engañado- en una situación de infidelidad son distintas, pero cualquiera de los dos puede abordar el tema. Lo primero que hay que despejar es hasta dónde ha llegado la nueva relación, cuánto amor e interés ha suscitado y cuánto amor e interés se conserva sobre la relación anterior. Hay dos preguntas clave: ¿merece la pena reconducir el amor? y ¿están los dos miembros de la pareja dispuestos a ello?




Canción Infantil el semáforo como estrategia de autocontrol

El autocontrol es una destreza social que mantiene nuestra conducta, nuestras emociones y nuestros impulsos bajo nuestra supervisión, cuando los niños tienen problemas de autocontrol muchas veces se hace difícil la integración en un grupo y comportarse de forma adecuada.

Esta canción es una de las herramientas que usamos en nuestro centro con los niños con estas dificultades.

¿Cómo informar a los niños que papá y mamá se separan?

Nos separamos, ¿y cómo se lo digo  a mi hijo?
Desde que en 1981 surge el derecho a divorciarse en España el número de divorcios ha ido aumentando en los últimos tiempos hasta convertirnos en uno de los países de la Unión europea con mayor tasa se divorcios.
Según las estadísticas entre en 50-60 % de las primeras uniones matrimoniales termina en separación, y en la gran mayoría de las ocasiones ya hay hijos de por medio.
Son numerosas las consultas de padres que recibimos en nuestro centro en busca de ayuda profesional para gestionar con sus hijos  tan difícil situación,pero desgraciadamente son más numerosas las consultas que atendemos de menores con problemas emocionales o de conducta donde la separación complicada de los padres tiene mucho que ver con su problemática.

Algunas de las preguntas más frecuentes son:

¿Cuándo se lo decimos?
Lo ideal es decirlo con unas semanas de antelación para que el niño pueda ir asimilándolo.
¿Cómo se lo decimos?
  1. Es preferible que sean ambos padres juntos y a la vez, esta información hay que darla sólo cuando se tiene claro y la decisión es conjunta.
  2. Explicarles que es una decisión compartida por ambos, incluso aunque en la realidad uno de los dos haya sido el que la ha determinado.
  3. Hay que aclarar que para todos es difícil pero es importante exponer las ventajas de la nueva situación.
  4. En niños con edades comprendidas entre los 3-5 años es común que se crean responsables del divorcio y que han hecho algo malo, por lo que hay que asegurarles que no son responsables y que ellos no han hecho nada malo.
  5. Es importante recalcar que a pesar que ya no vayan a vivir todos juntos, ambos padres le van a seguir queriendo mucho y toda la vida y que le van a seguir cuidando juntos.
  6. Cuando los niños son muy pequeños piensan que si sus padres se dejan de querer también existe la posibilidad de que le dejen de querer a ellos, por lo que es fundamental recalcar que siempre se le va a querer. Existen ex parejas pero no ex padres.
  7. Cuando los niños son pequeños (3-5 años) pueden aparecer conductas regresivas como orinarse encima, chuparse el pulgar etc. Pueden mostrar su enfado  golpeando cosas, pueden sentirse responsables del divorcio, suelen tener miedo a no ver más al padre que se va de casa etc.

Es importante que…
  1. Asegurarnos una y otra vez que se les quiere y asegurarle que van a ver al otro padre ( si va a ser así) regularmente.
  2. Escucharle para que muestre su tristeza es algo esencial.
  3. No hablar mal del otro progenitor delante del niño.
  4. No usar al niño de mensajero.
  5. No involucrar al niño en peleas.
  6. Hay que explicarle todos los cambios que se van a producir en su situación, dónde va a vivir, con qué frecuencia va a ver al otro progenitor así como todos los cambios que se sucederán.
  7. Hay que usar un lenguaje acorde a la edad del niño para que pueda comprendernos bien.
  8. Hablar todas las veces que sea necesario y responder a todas sus preguntas.
  9. Evitar que el momento de la comunicación sea muy emotivo y dramático, hablar con serenidad y controlar las emociones es esencial.

Tras la separación… ¿y ahora qué?
Es bueno que vean que los padres pueden estar juntos y que hay buena relación, ahora bien, eso no quiere decir que los padres tengan que hacer actividades familiares, viajes, excursiones conjuntas.
A veces esto puede llegar  a ser contraproducente con los niños más pequeños pues viven con la continua ilusión de que sus papás van a volver a estar juntos.

Recordad: aunque estéis enfadados por el proceso de divorcio hay que potenciar que los hijos mantengan la máxima relación con el padre o madre con el que no conviven.

El resentimiento es el antídoto del amor.

Del amor al otro y del amor a uno mismo/a. Y por tanto, un minador de autoestima.

Como decía Ortega y Gasset: "Soy yo (Con mi temperamento y mi carácter) y mis circunstancias". El otro semejante también está condicionado por lo mismo.

Utilizamos etiquetas de: tontos, incapaces y hasta deshonestos.
El enojo que sentimos se traduce en amargura y sufrimiento, nos anclamos en el pasado y condicionamos el futuro.
Una estrategia útil es pensar que el "pasado pisado" y que cada día es una nueva oportunidad para enmendar errores, sin los cuales seríamos menos hombres sabios.

Fdo.: Joana Marín.

10 consejos para fomentar la autoestima de nuestros hijos

1. Cuando regañes a tu hijo, marca la diferencia entre su mal comportamiento y él/ella como persona" tú eres buena persona, pero te has portado mal". Nunca uses frases como ¡eres un desastre! ¡eres un manazas!

2. Haz un esfuerzo por ver otras cualidades y comportamientos positivos en tu hijo. Usa frases como "sé que tú puedes, inténtalo, confiamos en ti".

3. Haz que se sientan valorados y buenos por sus pequeños logros personales.

4. Comparte una actividad que le guste e incluso que se le dé bien. Realmente, compartir juntos momentos de relajación y disfrute con tu hijo puede proporcionarle la sensación de que se le tiene en cuenta.

5. Intenta ponerle proyectos a medio y largo plazo para que se sepa que contáis con él. Leed juntos, haced puzzles, organizar alguna excursión. Ejemplo “la próxima semana queremos ir contigo a una exposición de animales”.

6. Si utilizas el elogio hazlo de manera creíble. Se ha extendió el uso del refuerzo positivo, pero a veces se aplica de forma errónea, porque a veces lo usamos de forma desmesurada y en otras sólo hacemos caso de sus comportamientos indeseables.

7. Ayúdale a cuestionarse las duras críticas que hace a los demás con el objetivo de desestimar sus crueles argumentos. Muéstrale que sus duras palabras pueden herir los sentimientos de las demás personas.

8. Ayúdale a buscar otras alternativas para hacerle reflexionar y para que sea capaz de encontrar cualidades positivas en los demás.

9. Haz que sus acciones tengan consecuencias y que no le salgan gratuitas.

10. Termina la conversación con tu hijo con un “te quiero y confió en tu capacidad para resolverlo”.